Seguidores

jueves, 20 de febrero de 2014

Batalla de Salta - 20 de febrero de 1813

Cuadro de la Batalla de Salta-oleo de Aristene Papi
Antecedentes de la batalla:
El General D. Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y Peri había aprovechado la victoria patriota de la Batalla de Tucumán, librada los días 24 y 25 de septiembre de 1812, para reforzar el ejército a su mando. En cuatro meses logró reclutar suficientes efectivos como para duplicar su número,  disciplinarlos e instruirlos. El parque y artillería abandonados por Tristán en la anterior batalla le permitió equipar a sus tropas. A comienzos de enero, buscando marchar tranquilamente para no fatigar a las tropas, emprendió la vanguardia la marcha hacia Salta.
Juramento de la Bandera
El 13 de febrero, a orillas del río Pasaje, el ejército prestó juramento de lealtad a la bandera albiceleste creada por Belgrano. La bandera fue conducida por el mayor general Eustoquio Díaz Vélez, a quien llevaba en medio el coronel Martín Rodríguez y el general Belgrano escoltados por una compañía de granaderos que marchaban al son de música. La ocasión dio lugar al rebautismo del río con el nombre de Juramento.
Movimientos previos de los ejércitos enfrentados
Tristán, entretanto, había aprovechado la ocasión para fortificar el Portezuelo, el único acceso a la ciudad a través de la serranía desde el sudeste; la ventaja táctica que esto le suponía hubiera hecho el intento imposible, de no ser por el superior conocimiento de la zona que los lugareños conscriptos aportaran. El capitán Apolinario Saravia, natural de Salta, se ofreció a guiar el ejército a través de una senda de altura que desembocaba en la Quebrada de Chachapoyas, que les permitiría empalmar con el camino del norte, que llevaba a Jujuy, a la altura del campo de la Cruz, donde no existían fortificaciones semejantes. Aprovechando la lluvia que disimulaba sus acciones, el ejército emprendió la marcha a través del áspero terreno, avanzando lentamente a causa de la dificultad de transportar los pertrechos y la artillería. El 18 se apostaron en el campo de los Saravia, ubicado en esa zona, mientras el capitán, disfrazado de indígena arreador llevaba una recua de mulas cargadas de leña hasta la ciudad, con la intención de informarse de las posiciones tomadas por la tropa de Tristán.
Plano de la Batalla de Salta- fuentes plano de Mitre, plano publicado por la IESE
y esquema publicado por el My.(R.)(VGM) J.Vizoso Posse
La batalla
El general José María Paz en sus Memorias póstumas describió el orden de batalla:
Nuestra infantería estaba formada en seis columnas de las que cinco estaban en línea y una en reserva, en la forma siguiente: 1° principiando por la derecha, el Batallón de Cazadores a las ordenes del comandante Dorrego, 2° y 3° eran formadas del Regimiento N° 6 que era el mas crecido, una á las órdenes del comandante Forest, y la otra, aunque no puedo asegurarlo á las del comandante Warnes, 4° del Batallón de Castas á las órdenes del comandante Superi, 5° de las compañías del N° 2 venidas últimamente de Buenos Aires, al mando del comandante D. Benito Alvarez, 6° y última compuesta del Regimiento N° 1 al mando del comandante D. Gregorio Perdriel. La artillería que consistía en doce piezas, si no me engaño, estaba distribuida en los claros, menos dos que habían quedado en la reserva.
Dragones de Tinta-considerados como infantería montada no usaban 
clarines sino pífanos y tambores
El día 19, gracias a la inteligencia de Saravia, el ejército marchó por la mañana con la intención de acometer las tropas enemigas al amanecer del día siguiente. Tristán recibió noticia del avance, y dispuso sus tropas nuevamente para resistirlo; alineó una columna de fusileros sobre la ladera del cerro San Bernardo, reforzó su flanco izquierdo, y organizó las 10 piezas de artillería con que contaba. En la mañana del 20 Belgrano ordenó la marcha del ejército en formación, disponiendo la infantería al centro, en cada flanco sendas columnas de caballería, ambas al mando de José Bernaldes Polledo y una nutrida reserva al mando de Manuel Dorrego.
La herida de bala que al inicio de la batalla recibiera Eustoquio Díaz Vélez, segundo jefe de las fuerzas y jefe del ala derecha, mientras recorría la vanguardia de la formación, no fue obstáculo para que volviera al campo. El primer choque fue favorable a los defensores, ya que la caballería del flanco izquierdo encontraba dificultad para alcanzar a los tiradores enemigos por lo empinado del terreno.
Voluntarios del Rey que
formaban con el Reg.Real de Lima
Poco antes de mediodía, Belgrano ordenó el ataque de la reserva comandada por Dorrego sobre esas posiciones, mientras la artillería lanzaba fuego graneado sobre el flanco contrario. Al frente de la caballería, condujo él mismo una avanzada sobre el cerco que rodeaba la ciudad. La táctica fue exitosa; columnas de infantes al mando de Carlos Forest, Francisco Pico y José Superí rompieron la línea enemiga y avanzaron sobre las calles salteñas, cerrando la retirada al centro y ala opuesta de los realistas. El retroceso de los realistas se vio dificultado por el mismo corral que habían erigido como fortificación; finalmente, se congregaron en la Plaza Mayor de la ciudad, donde Tristán decidió finalmente rendirse, mandando tocar las campanas de la Iglesia de La Merced.
Capitulación de las fuerzas realistas
El enviado realista a parlamentar fue el coronel La Hera quien negoció con Belgrano que al día siguiente los soldados abandonarían la ciudad en marcha, con honores de guerra, y depondrían las armas; Belgrano garantizaba su integridad y libertad a cambio del juramento de no empuñar nuevamente las armas contra los patriotas, un gesto que no era inusual en la época ni en el Río de la Plata, recuerdese la generosidad de Liniers y la perfidia de Pack, pero para el pensamiento de algunos jacobinos vernáculos enquistados en el movimiento de mayo fue un escándalo, no obstante la magnanimidad de Belgrano ganó para su causa a no pocos de los soldados realistas.
Belgrano le manifestó al enviado del jefe enemigo: “Dígale usted a su general que se despedaza mi corazón al ver derramada tanta sangre americana. Que estoy pronto a otorgar una honrosa capitulación, que haga cesar inmediatamente el fuego en todos los puntos que ocupan sus tropas, como yo voy a mandar que se haga en todos los que ocupan las mias.”
Posteriormente, ante los ataques y críticas de los extremistas revolucionarios Belgrano le escribió a Chiclana: "Siempre se divierten los que están lejos de las balas y no ven la sangre de sus hermanos... También son esos los que critican las determinaciones de los jefes. Por fortuna dan conmigo que me río de ellos, y hago lo que me dicta la razón, la justicia y la prudencia y no busco glorias sino la unión de los americanos y la prosperidad de la patria. . . ".
Bandera del Reg. Abancay capturada durante la batalla
Consecuencias
Como consecuencia del triunfo patriota en la batalla de Salta, hubo que sufrir 480 muertos, 114 heridos en el bando realista y 113 muertos y 433 heridos en el bando criollo. Se capturaron 2.786 hombres que se rindieron al día siguiente, entregando 2.188 fusiles, 200 espadas, pistolas, carabinas, 10 cañones, todo el parque de guerra y tres banderas reales. Entre los prisioneros figuraron diecisiete jefes y oficiales realistas.
En la batalla de Salta por primera vez flameó la enseña patria en una acción de guerra y resultó una nueva e importante victoria para los criollos. Como consecuencia de este triunfo los ejércitos realistas fueron detenidos en su avance hacia el sur y estas tierras nunca más pudieron ser recuperadas para el extinto Virreinato.
Cruz del campo de Castañares.
Belgrano dispuso se enterraran los 480 caídos realistas y los 113 independentistas en una fosa común. Allí ubicó una cruz de madera con la leyenda: “Vencedores y vencidos en Salta, 20 de febrero de 1813”.
Esta sencilla cruz de madera fue sustituida poco tiempo después y por solicitud del propio Belgrano, al entonces gobernador Feliciano Chiclana, por otra cruz pintada de color verde y que llevaba únicamente la leyenda “a los vencedores y vencidos”.
En 1834 el gobernador Pablo Latorre ordenó la restauración de la cruz y la colocación un un basamento.
La cruz quedó olvidada hasta finales del siglo XIX en que se partió y se cayó al piso. Sus restos fueron recuperados por seminaristas y monseñor Piedrabuena los dio a las autoridades.
La cruz fue restaurada gracias a la Comisión Pro Monumento, y en el mes de mayo de 1899 las maderas depositadas en una caja de hierro con vista de cristal. La artesanos Bellagamba y Rossi de Buenos Aires fueron los autores de esta encomienda.
Se ubicó primeramente en el atrio de la Catedral de Salta y posteriormente fue trasladada a la Iglesia de la Merced, donde se halla hasta la actualidad.
Monumento a la Batalla de Salta
La piedra fundamental de la edificación fue colocada en conmemoración del 25 de Mayo de 1901. La construcción del monumento tardó nueve años. Fue inaugurado el 20 de febrero de 1910, para el Centenario Argentino.
Monumento a la Batalla de Salta
El importante y bello monumento está formado por cuatro cuerpos o planos cubiertos en piedra.
El primer cuerpo constituye su basamento en cuyos cuatro ángulos se ubican, en cada uno de ellos, las estatuas que simbolizan las cuatro virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Esta base se alza en forma de pirámide de las que nacen cuatro escaleras centrales que poseen dos leones de bronce cada una. Las escalinatas culminan en una terraza.
El segundo cuerpo presenta, en cada uno de los cuatro ángulos, una corona de laureles de bronce con el nombre de los cuatro principales héroes de la batalla: el General Belgrano, el Mayor General Díaz Vélez, el teniente Coronel Zelaya y el Comandante Dorrego. Sobre cada una de estas cuatro coronas se ubica un águila, también de bronce.
En las cuatro caras de este segundo cuerpo la comisión dispuso la inclusión de cuatro bajos relieves de bronce que representan cuatro momentos históricos de importancia:
La formación del Ejército del General Manuel Belgrano en el Río Las Piedras, en 1813 donde el año anterior se había librado batalla.
El Juramento de la Bandera sobre las márgenes del Río Pasaje o Juramento.
La capitulación del General Pío Tristán.
La fisonomía del Campo Castañares y de la Batalla del 20 de Febrero de 1813.
Arriba del segundo cuerpo se ubica el tercer que es un monolito donde, también en cada uno de sus cuatro ángulos y a modo de composición con el segundo cuerpo, se levantan las figuras, confeccionadas en la misma aleación, del General Manuel Belgrano -empuñando la bandera- del Mayor General Eustaquio Díaz Vélez, del teniente Coronel Cornelio Zelaya y del Comandante Manuel Dorrego.
Más arriba del frente del monolito se ubica la cruz que Belgrano colocó sobre la fosa común de los vencedores y vencidos.
En el cuarto y último cuerpo sobresale una estatua, compuesta de bronce, que respresenta la victoria en la celebre batalla.
Las estatuas de Belgrano, Díaz Vélez, Zelaya, Dorrego, que son obras de arte de Torcuato Tasso y del ingeniero Francisco Schmidt, fueron fundidas en París bajo la supervisión de la escultora salteña Lola Mora.
En la casa Du Val D'Osne de París se fundieron las cuatro estatuas alegóricas colocadas en los ángulos del basamento, que representan las virtudes de la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza, la bandera del General Belgrano, los ocho leones de las escalinatas y las cuatro águilas.
Los cuatro bajorrelieves y la estatua de la victoria fueron fundición del Arsenal de la Nación.
La generosidad de Belgrano
Belgrano además de liberar a los prisioneros, abrazó a Tristán y lo dispensó de entregar sus símbolos de mando, como ya se ha dicho, provocó muchas críticas en Buenos Aires, pero por la resonante victoria se le otorgó un sable y un premio de 40.000 pesos.
Sable del Grl.Belgrano
Belgrano declinaría recibir el premio, disponiendo que el dinero se destinara a crear escuelas en Tucumán, Salta, Jujuy y Tarija; el libramiento de los fondos sería una deuda histórica durante 185 años, hasta que en 1998, la República Argentina, finalmente completó la voluntad del General Belgrano al levantar una escuela en Tarija, actual Bolivia.
Referencias
Memorias póstumas del brigadier general d. José M. Paz. Escrito por José María Paz. Publicado por Imprenta de la Revista, 1855. Pág. 74
Regimientosdeamerica.com.
Frías, Bernardo (1971). Historia del General Güemes y de la Provincia de Salta, o sea de la Independencia Argentina. Buenos Aires: Depalma.
Carlos Floria y César García Belsunce, citados por Carlos Páez de la Torre H. La gloriosa victoria del 20 de febrero. La Gaceta. Miércoles 20 de febrero de 2013.
www.lagaceta.com.ar/nota/533672/sociedad/gloriosa-victoria-20-febrero.html
Diego Barros Arana, "Compendio de historia de América", Volumen 2, pág. 276
Julio Luqui-Lagleyze, "Por el Rey, la Fe y la Patria. El ejército realista del Perú en la independencia de sudameria 1810-1825", págs. 142 y 158
La Batalla de Salta. 20 de febrero de 1813. Roberto Enrique Díaz. 2006.

 A continuación se reproduce la nota que enviara Belgrano al gobierno tras la victoria del 20 de febrero de 1813. Fuente: Documentos de Belgrano, Tomo IV, Buenos Aires, Imprenta de Coni Hermanos, 1914, pág. 366. 
“Excelentísimo señor:
 El Todopoderoso ha coronado con una completa victoria nuestros trabajos: arrollado con las bayonetas y los sables el ejército al mando de don Pío Tristán se ha rendido del modo que aparece de la adjunta capitulación: no puedo dar a V.E. una noticia exacta de los muertos y heridos ni tampoco de los nuestros, lo cual haré más despacio, diciendo únicamente por lo pronto que mi segundo el mayor general Díaz Vélez ha sido atravesado en un muslo de bala de fusil cuando ejercía sus funciones con el mayor denuedo conduciendo la ala derecha del ejército a la victoria en su desempeño; el del coronel Rodríguez, jefe de la ala izquierda, y el de todos los demás comandantes de división, así de infantería como de caballería, e igualmente el de los oficiales de artillería y demás cuerpos del ejército, ha sido el más digno y propio de americanos libres que han jurado sostener la soberanía de las Provincias Unidas del Río de la Plata, debiendo repetir a V.E. lo que le dije en mi parte de 24 de septiembre pasado, "que desde el último soldado hasta el jefe de mayor graduación e igualmente el paisanaje se han hecho acreedores a la atención de sus conciudadanos, y a las distinciones con que no dudo que V.E. sabrá premiarles. 

Dios guarde a V.E. muchos años, 20 de febrero (a la noche) de 1813.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario