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lunes, 22 de septiembre de 2014

Una profecía antes de la batalla

Asalto de la 1ra columna argentina
Con motivo de un nuevo aniversario de la batalla de Curupaytí, librada el 22 de septiembre de 1866, he querido publicar este relato encontrado en un libro, ya olvidado: “La cartera de un soldado” de José Ignacio Garmendia. Se trata de una reunión de oficiales del Ejército Argentino antes del fatídico asalto a la posición paraguaya, que transcribo para los amigos de este Blog.
Cnl. Manuel Fraga
Juan Bautista Charlone
Cnl. Manuel Rosetti

Tcnl. Alejandro Díaz
Luis María Campos
…en la carpa del Dr. Molina, saboreando un banquete de soldado, cuyo manjar más exquisito era un raquítico sábalo comprado a precio romano, se encontraban reunidos, Fraga, Charlone, Rosetti, Alejandro Díaz y Luis María Campos.
Aquella mesa nos traía a la memoria una comida después, de un entierro: una atmósfera silenciosa se mezclaba a la sobriedad del almuerzo: los chistes forzados se sucedían con grandes intervalos: hipócritas manifestaciones del corazón: estaban tristes y no sabían por qué: es que el amargo presentimiento que allí batía sus almas y que los impulsaba al solemne vaticinio, era la misma fatalidad que más tarde revestiría una forma tangible.
De repente Fraga, con aquella arrogancia en el porte y en el hablar que le era característica, hizo un gesto de visible contrariedad, y exclamó con triste sonrisa.
¡Hoy me van a matar! recibiré un balazo en el vientre, pero tendré el honor de morir con el quepí que Vd. me ha regalado; y dirigiéndose a Luis María Campos, lo saludó con gallardía.
En ese instante se escuchó la voz clara de Rosetti que decía: ¡Yo también voy a morir! y es tan cierto mi presentimiento que he arreglado mis asuntos...
No concluyó porque fue interrumpido por Alejandro Díaz, que con voz grave y acentuada murmuró esta única frase: ¡Yo también voy a morir!
Charlone, que hasta ese momento había guardado silencio, al oír estas palabras; se irguió, y ejecutando un ademan brusco, exclamó con nervioso acento:
Del mismo modo quedaré allí de un metrallazo; pero caeré en mis cabales, porque hasta ahora en el ejército argentino, en esa patria que tanto amo, nadie ha ido más lejos que yo, y es por eso que quiero darle mis glorias y mi sangre.
Al concluir esta frase temblaba la palabra en los labios del bravo veterano, es que hablaba con el alma, sintiendo prematuro el entusiasmo del último sacrificio.
Sucedió uh momento de silencio que fue interrumpido por Rosetti, quien dirigiéndose a Luis Maria Campos, dijo: ¡El General Petit (1) también ha de morir!
— ¡No! gritó Fraga; saldrá herido solamente para que cuente el cuento.
En este instante se presentó a la puerta de la carpa un ayudante a traer una orden, aunque su nombre lo hemos olvidado, recordamos que era rubio y de una talla gigantesca.
— ¿Y a este? — balbuceó uno de los circunstantes.
— Como es tan grande, será el primero que muera, replicó secamente Charlone.
En seguida todos guardaron el más profundo silencio.
Con excepción del lugar de la herida de Luis M. Campos, la profecía (2) salió fatalmente cierta.
(1) Nombre cariñoso que daban a Luis Maria Campos.
(2) Relato del general D. Luis Maria Campos, único testigo que sobrevivió a sus infortunados compañeros. 

2 comentarios:

  1. Une belle galerie de portraits, une histoire prenante et triste, il n'avait pas l'air très drôle ce Juan Bautista Charlone...en espérant avoir compris malgré la barrière de la langue! Salutation de France...
    Phil.

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    1. Il est en effet une histoire triste. Tous les mauvais présages ont été atteints. Seulement Luis María Campos laissé en vie pour raconter les faits. Ils étaient des hommes très courageux avec des sentiments d'amour pour le pays aujourd'hui ne sont pas compris. Merci beaucoup pour vos aimables commentaires. Cordialement, Carlos.

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